miércoles, 23 de noviembre de 2016

LOS MECANISMOS PARA ALCANZAR LA JUSTICIA SOCIAL Y LA PAZ

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Para nadie es un misterio que en Colombia se está viviendo un intenso proceso de paz en donde el gobierno y las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC) han venido sentando sus puntos de negociación y han venido elaborando un tratado de paz que en definitiva era el pueblo colombiano quien debía aceptar o no en un plebiscito que arrojó como resultado el rotundo NO. Por tal razón las partes volvieron a reorganizar dichos tratados y se espera un acuerdo final. La pregunta a todo esto es ¿Por qué fracaso dicho tratado?

Actualmente la iglesia esta insertada de manera pasiva y mediadora en varios campos sociales en donde se busca responder y acoger las dolorosas realidades de injusticia, hambre y maltrato en la que se ven afectados nuestros pueblos. Tan solo hace falta hacer una lectura reflexiva de la carta Sollicitudo Rei Socialis, de San Juan Pablo II con ocasión del vigésimo aniversario de la Popolorum Progressio de su antecesor Pablo VI o de la Rerum Novarum de  León XIII todas encíclicas que nos invitan a concentrar la profunda atención en el cuidado de la dignidad de la Persona humana, en la dignidad del trabajo y en el desarrollo de nuestros pueblos desde una realidad de justicia y equidad.


A continuación deseo plasmar mi reflexión personal que nace precisamente del estudio de estas realidades y de la iluminación que desde el magisterio de la iglesia nos hacen. 


LOS MECANISMOS PARA ALCANZAR LA JUSTICIA SOCIAL Y LA PAZ


Partimos desde una realidad profunda y lamentable, nuestros pueblos en momentos se ven enfrascados en una desigualdad social imperiosa en donde el pobre entre más días más pobre y el rico entre más días más rico (Aquí partimos desde un principio de injusticia y desigualdad) La realidad de los países subdesarrollados con su deudas externas y su altos niveles de desempleo y pobreza genera una preocupante estadística.

 Lo anterior conlleva a vivir en una sociedad que tiene una alta tendencia a la pobreza, inseguridad y por ende violencia.

Centrando un poco nuestra atención en nuestra amada Colombia podemos darnos cuenta de que nuestro país no es ajeno a este flagelo, se está levantando con fuerza un mecanismo que busca favorecer a un grupo reducido de personas (en su mayoría hombres y mujeres de poder) no es posible que vivamos en un uno de los países que tienen más senadores ganando salarios demasiado elevados y que veamos que tenemos uno de los salarios mínimos más bajos de latino américa ¿a qué se debe esta triste realidad? ¿Qué está generando?

Ante estas lamentables realidades de pobreza, injusticia e inseguridad que vivimos empezamos a descubrir que todo parte desde una realidad el hombres está optando por el pecado y esto conlleva a pensar solo en nuestros propios intereses.

Nuestro pueblos están reclamando a gritos una justicia e igualdad que nace precisamente de la libertad y dignidad humana, el magisterio de la iglesia católica es enfático y denunciante al respecto.
La iglesia está respondiendo con agudeza a estas realidades, algunos entendiéndolo desde una realidad teológica impulsan al pueblo a buscar la liberación como una de las primeras acciones, pero no una liberación enfrascada en el odio o en la violencia, sino más bien en el testimonio y la acción concreta. Cada día nacen empresas de hombres de buena voluntad que pagan a sus empleados salarios dignos y que les respetan todos sus derechos fundamentales; otros que desde sus capacidades buscan promover una cultura del encuentro y de la acogida en especial a los menos favorecidos.

La iglesia, conformada por hombres y mujeres en su mayoría laicos, está comenzando a generar nuevas oportunidades de desarrollo social sostenible para responder ante los desafíos por los cuales están padeciendo nuestros pueblos.

La principal de las acciones es una atención urgente a nuestros niños, abuelos y enfermos, Con estas acciones la iglesia pretende tener una opción preferencial por los descartados de la sociedad, nos diría el papa Francisco en la carta encíclica Laudato Si, la iglesia está enfrentando los mecanismos de esclavización que está implementando la cultura del descarte y de la muerte. Estos mecanismos en su mayoría nacen desde un supuesto desarrollo económico que muestra que el que más tiene es el que mejores posibilidades de vida puede tener excluyendo las dimensiones profundas de la persona humana, su desarrollo y despliegue.

Es pues importante comprender cuan es la dimensión a la que desea llegar esta acción justa y social, brindarle posibilidades a las personas que no las tienen, proyectar al hombre a conquistar su desarrollo social apoyado de las realidades fundamentales de la persona.

Por estas razones es que en nuestros pueblos aun todavía se ven situaciones de descarte, pobreza, violencia, guerras… nuestros pueblos optaron por una liberación armada que ha traído mas desgracia y sangre.

La paz comienza con la justicia y la igualdad de derechos, la igualdad de posibilidades y de desarrollo sostenible, por tal razón es importante saber que no se puede hablar de paz cuando aún en nuestros pueblos se sufre hambre y pobreza extrema, la paz no es el cese bilateral de un enfrentamiento armado, la paz es la adquisición de proyectos solidos que tengan como prioridad la promoción y el desarrollo de la persona humana.

Cuando queremos hablar de paz, debemos en primer lugar hablar del desarrollo y beneficio de nuestros pueblos, por esta razón fue que fracaso el tratado que se pretendía imponer en Colombia, porque buscaba el fortalecimiento político de un grupo reducido de personas, mientras que el pueblo, lo único que está recibiendo es una esclavitud de la cual nos tenemos que sujetar por simple necesidad.

La iglesia es consciente de esta problemática y se está insertando de manera pausada ante estas realidades para dar a entender la urgente necesidad que tienen los gobernantes y poderosos de mirar al pueblo que sufre! A un pueblo que demanda de sus derechos básicos y fundamentales, un pueblo que está profundamente lacerado por el conflicto pero más aún por la injusticia con la que sus gobernantes los gobiernan.

En conclusión podemos afirmar que para poder hablar de paz, es necesario partir de que la paz nace en los derechos fundamentales de la persona, que esos derechos tienen que estar profundamente arraigados en las dimensiones sociales, culturales y religiosas, no se puede hablar de una paz que tiene como base la desigualdad y el favoritismo de algunos.

La justicia debe responder a las necesidades básicas de cada uno de los miembros de nuestros pueblos, repito de cada uno, en especial de los menos favorecidos, de los que pasan hambre y necesidad, se debe pensar en abrir posibles ofertas de despliegue a nuestros jóvenes, hombres y mujeres con las mismas condiciones de dignidad y de salarios que favorezcan sus realidades. Abrir patrocinios de educación que favorezcan a los marginados, en donde todos puedan acceder a las posibilidades de una formación integral y sólida.

Estamos pues llamados a responder a todos estos desafíos desde la justicia que se plasmó y se firmó en una cruz, la justicia del Resucitado que no discrimino sino que acogió a todos, pobres, enfermos, niños, poderosos. Estos es justicia y cuando nace la justicia en nuestros pueblos es más posible alcanzar la tan anhelada paz.


Bibliografía

Francisco, S. (2015). Laudato Si . Roma .
II, S. J. (1987). Sollicitudo Rei Socials . Roma .
XIII, L. (1891). Rerum Novarum . Roma .

Hno. W.A.C.R.
Ermitaño 

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