Todos en la vida sufrimos fuertes tentaciones, momentos de sequedad, momentos de tedio espiritual, de asedia, de desesperanza. Para nadie es un misterio que la vida del ser humano es un estar constantemente probados para fortalecer la voluntad y el dominio de si mismo, sin embargo hay personas que creen que un hombre solitario, que casi no sale a la civilización o que ora intensamente esta libre de todas aquellas persecuciones.
Pero la verdad es otra muy diferente, solo basta con mirar el pasaje del Señor en el desierto para darnos cuenta que es, en este lugar, en donde las tentaciones nos golpean con mayor furia, la lucha ya no es simple, sino que al contrario, es una lucha encarnizada, devoradora, agresiva, difícil...
Cuando estamos insertos dentro de el mundo existen muchos sedantes que nos hacen menguar la furia del demonio contra nosotros, huimos de ellas escuchando musica, saliendo con los amigos, viendo una película, entre otras opciones. Pero cuando estamos inciertos en la soledad es cuando la furia del maligno se enraíza con mayor crueldad contra su victima, en primer lugar nos hace perder la paz que con esfuerzo estamos intentando conseguir; nos incita a una agitación mental que conduce a la desesperación mas profunda y a la ansiedad mas grande. Nos hace sentir inútiles, como que nuestros esfuerzos, nuestra oración, nuestro silencio, nuestra soledad, nuestros pequeños sacrificios no sirven de nada; nos incita a perder la amistad con Dios, porque el sabe que cuando tenemos una intima relación con nuestro creador por mas difícil que sea la prueba podemos salir victoriosos.
La astucia del demonio se encarga de hacer que nuestro ser se sienta seco espiritualmente, no nos provoca ni la oración, ni el trabajo, ni el estudio; es como si todo se fuera secando como aquel árbol frondoso que daba abundantes frutos pero que llega la malesa, la plaga y la sequedad y comienza a hacer estragos en el.
Es tan sutil que en momentos es imperceptible, no lo logramos captar sino cuando ya nos tiene atrapados en sus fauces, como un lobo que se aferra a su presa y no lo suelta hasta verlo muerto y destrozado en pedazos, no siempre ataca por los mismos blancos, siempre busca los puntos mas débiles y mortales.
Sabe engañarnos muy fácil, presentándonos todo lo prohibido, lo malo, lo que nos hace daño como lo bueno, lo santo, lo perfecto. Incita al alma a una absoluta desobediencia con su Dios, con su director espiritual, con el obispo, con su confesor y hasta consigo mismo porque el sabe que cuando conduce al alma a la soledad oscura, al callejón sin salida, es mas fácil darle la estocada final.
Como puedes darte cuenta, querido amigo lector, la vida en el desierto es una lucha de vida, sangre y muerte. Pero te preguntaras: ¿Entonces todo esta perdido? ¿como hacer para vencer?
LUCHA DE VIDA
Lo mas importante para el Ermitaño es tener una absoluta claridad acerca de su historia personal de vida, es decir, saber todo aquello que le ha causado alegrías y sufrimientos, tener plena claridad de su condición de pecado, aceptarse tal y como es, pero no una aceptación facilista que te conduce a la permisividad! al relativismo! no! una aceptación que te conduce a la plenitud, es decir, a dar lo mejor de ti, siempre y en todo momento.
Es un mirar tu vida y hacer una lectura orante de cada acontecimiento y descubrir que todo lo que haz vivido, por mas doloroso, sucio, ruin ha sido una perfecta escritura del buen Dios que te ama y que te ha formado desde estas experiencias para acrisolar tu corazón.
Es importante tener claridad en toda tu existencia porque es de esa lista de pecados, que muchos de nosotros tenemos, en donde el enemigo comenzara a tomarse para hacernos perder la paz y hacernos sentir in merecedores de la misericordia de Dios.
Implica pues un aceptar tu vida tal y como es, un querer esforzarte para conquistar tus pequeñas batallas internas, un saber con plena conciencia de que estas hecho, cuales son tus sentimientos, cuales son tus pecados, cuales son tu herramientas para afrontar situaciones que pueden llegar a ser difíciles.
LUCHA DE SANGRE
Cuando ya haz entrado en ti mismo y haz logrado identificar toda tu vida como una historia de salvación y al mismo tiempo como un baúl donde guardas todos tus pecados, debe comenzarse a gestar una batalla de sangre para extirpar, cual cirujano, todos aquellos tumores que nos privan de la autentica libertad. Es sin duda una de las batallas mas difíciles porque en momentos estamos tan arraigados a todo aquello que incluso para nosotros pareciera no ser del todo malo, a lo cual estamos ya acostumbrados y tan aferrados que no queremos perderlo.
Es una de las batallas en donde el demonio mas nos tienta a no hacerlo, a no renunciar a todos esos lazos que nos ha querido imponer cual marioneta, porque el sabe que al soltarnos de esos hilos le sera mas difícil el controlar y doblegar nuestra propia voluntad.
LUCHA DE MUERTE
Cuando ya hemos logrado extirpar cada "tumor" maligno que nos hacia esclavos de nuestras pasiones desordenadas, de nosotros mismos, del falso amor... comienza el proceso de muerte, pero no una muerte sin sentido o vacía, al contrario la muerte de nuestro hombre viejo, la muerte que nos conduce a la vida eterna, en esta muerte debemos estar plenamente conscientes de la necesidad que tenemos de dejarnos conducir por la gracia de Dios y por su fuerza porque nosotros solos no podemos.
Es la muerte a todo aquello que nos priva de la misericordia de Dios y que nos hace perder nuestra paz y nuestra libertad, es un paso de la oscuridad a la luz, pues sabemos que es el mismo Cristo quien nos dará la vida porque Él ya ha vencido a la misma muerte.
Querido amigo lector, nunca dejes de orar, por mas aburrido que te encuentres, por mas desganado espiritualmente que estés, así la oración no te diga nada, no sientas nada, pues cuando entramos en la intimidad de Cristo con nuestras ropas sucias, con nuestro espíritu triste es cuando el nos socorre como el Padre Bueno que ve llegar a su hijo prodigo y sale corriendo a su encuentro para sostenerlo y socorrerlo.
Alabados Sean Jesús y María
HNO. W.A.C.R.
Ermitaño