Muchos se preguntan: ¿Como trascurre la vida del Ermitaño? ¿Que hace en sus tiempos libres? ¿como viven? ante estas preguntas debo responder que no existe nada de extraño ni de novedoso en nuestro estilo de vida, todo lo contrario es una vida tan simple y sencilla que en momentos se llega a caer en el riesgo de relativizar o incluso de menos preciar.
El Ermitaño es un hombre que pasa sus días en una constante presencia de Dios, desde que se levanta hasta que se acuesta, su misión es mantener en su mente y labios el dulce nombre de Jesús, como cualquier persona debemos formarnos, trabajar, comer, en momentos recrearnos y buscar en todo una profunda comunicación con Dios.
Vivimos para servir a Dios en todo lo que hacemos, consagramos nuestro tiempo y nuestras actividades para que le sean agradables, de la misma manera que un padre o una madre que se levantan a despachar a sus niños al colegio, de los trabajadores que tienen que levantarse muy temprano en la mañana para salir a unas duras jornadas de trabajo y que el único tiempo que tiene para hacer presencia de Dios es una bendición o un padre nuestro, pero que orado con el corazón tiene mas méritos...
Dividimos nuestras jornadas en Oración, trabajo y estudio, Oramos por aquellos que no pueden orar, trabajamos para solidarizarnos con aquellos que trabajan y estudiamos para formar nuestra fe basada en razón y no en simples sentimentalismos.
Como decía anteriormente, no existe nada de novedosos en nuestra vida, no existe nada de llamativo, todo lo contrario las 24 horas del día, los 7 días de la Semana, los 12 meses del año siempre estamos haciendo lo mismo, a la misma hora y de la misma manera... ¿que puede hacer entonces un estilo de vida como este tan novedoso? ¿la rutina cansa? ¿que de divertido existe en alguien que no se deja atropellar por lo atrayente y novedoso? seguramente te preguntaras.
Permiteme decirte que en nuestro estilo de vida no buscamos la novedad, no buscamos lo llamativo o los reconocimientos, simplemente es estar con Él, es adentrarnos en la intimidad mas profunda de amor con Cristo, es permitirle que sea el Señor de nuestro tiempo y de nuestra existencia... Es precisamente esto lo que hace que podamos unir nuestro sacrificio, que repito es tu mismo sacrificio de levantarte temprano, ir a estudiar, ir al trabajo, hacer los oficios de la casa... a los sacrificios de Cristo... Esta rutina es la que hace que podamos orar por nuestra propia santificación y la santificación del mundo.
En conclusión puedo decirte que es nuestra rutina, nuestra vida con su estilo rutinario que hace que nuestra vocación adquiera sentido, que nos comunica mas sólidamente con Dios y que nos salva de la pesadez de un mundo que se esta atropellando de lo novedoso y por querer tomarlo todo en el fondo se esta quedando sin nada.
Alabados sean Jesús y Santa María
HNO. W.A.C.R.
Ermitaño
No hay comentarios:
Publicar un comentario