lunes, 5 de septiembre de 2016

La vida del Ermitaño en solidaridad con los pobres

La vida del ermitaño es desconocida y ese desconocimiento se presta para malas informaciones o crearse imágenes que no hacen parte de este estilo de vida. 

Quien se adentra al desierto no lo hace por voluntad propia, sino que es el mismo espíritu de Dios quien le conduce y se le revela, (Es importante anotar que es gracias al discernimiento espiritual, acompañado por el Obispo local y el Director espiritual de cada uno, que se logra comprender este misterio) La vida del Ermitaño transcurre en absoluta normalidad, es decir, no existe ninguna novedad a la de cualquier cristiano que esta llamado a vivir la vida sacramental... 

Sin embargo es importante anotar que la vida eremitica tiene como fundamento la comunión con todo el pueblo de Dios, es decir; al desierto no se va porque seamos antisociales o porque no moleste el contacto con las personas, nada de eso, al desierto vamos porque amamos tanto la humanidad que ofrendamos nuestra existencia por la salvación de todos, para implorar al buen Dios que nos ilumine que nos acompañe y que derrame la abundancia de su amor sobre cada uno de nosotros. 

La vida del Ermitaño es una autentica oblación a Dios y a ejemplo de todos nuestros hermanos, Trabajamos con los que trabajan, lloramos con los afligidos, nos alegramos con los que están felices, sufrimos hambre y sed con los hambrientos y sedientos... Es un vivir la pedagogía del amor y de la solidaridad con cada uno de nuestros hermanos pero desde la soledad de nuestra vida. 

Cada instante que trascurre en nuestro día es una entrega en oración al Dios del amor, cada momento de silencio y de reflexión lo ofrendamos por aquellos que no tienen silencio en sus vidas, cada oración es presentada al Señor por aquellos que mas la necesitan... 

Es común escuchar en los labios de los Ermitaños las frase que dice: "Somos tan pobres que necesitamos alimento, tan pobres que necesitamos del descanso, tan pobres que hasta nos enfermamos" Esto es estar en sintonía con los que sufren, de esta manera se solidariza el ermitaño con los pobres y desamparados... 

Es un vivir la pobreza evangélica que nos invita a vivir con lo necesario, sin cargar ni tener lujos ni privilegios o estatus... solo el privilegio de cargar con la cruz y de ser fieles hasta la muerte en este estilo de vida. 

Alabados sean Jesús y Santa María 

Hno. W.A.C.R. 
EREMITA 

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